El primer peine no fue más que el instrumento universal del hombre: La Mano. El hombre primitivo, no pudiendo sacar ventaja de aquel instrumento natural de aseo, comenzó a fabricarlo con madera, asta o hueso y más tarde con metales como el bronce o el hierro. En las turberas de Dinamarca y en estaciones lacustres de Suiza e Italia, se encontraron peines de esta clase, que existieron desde la Edad de Piedra hasta la Edad Romana. Eran en realidad una imitación de la mano, mas altos que anchos y sus púas estaban a regular distancia terminando en un mango decorado. En textos de Sófocles, Cicerón, Horacio, etc. y otros autores griegos y latinos ya se mencionaba que una cabellera no peinada denotaba miseria o duelo, siendo los elegantes y vanidosos los que la llevaban con mucho esmero. El peine se transformó en peineta. Los primeros en adoptar la misma como adorno en la cabeza fueron los árabes, atestiguando su presencia en Italia y España a partir del Siglo XV. Es en España donde pasa a formar parte de su traje regional, sosteniendo hasta el día de hoy la mantilla. Las mismas hechas en carey, asta, etc. eran enriquecidas con incrustaciones de oro, plata, piedras preciosas, etc.
En nuestra ciudad ya se usaban, pero alrededor de 1825 la antigua peineta se transformó en los espectaculares peinetones hechos en carey con hermosos calados y finísimos cincelados, atribuyéndole a Manuel M. Masculino la creación de la mayoría de ellos. Es en ese año que el gran peinetón alcanzó un éxito total. Luego comenzarían las críticas ya que llegaron a medir más de un metro de longitud, haciéndolo poco práctico como consta en las litrografías de Cesar H. Bacle en la serie “Extravagancias de 1834”. No solamente las señoras de gran fortuna suspiraban por un peinetón como consta en los retratos que Carlos Pellegrini hiciera entre 1831 y 1832 de Lucía de Casá de Puga, Juana Rodríguez de Carranza y de su hija Lucía, Agustina Rosas de Mansilla y otras damas de alcurnia, luciendo delicados y bellos peinetones, sino también en todas las clases sociales de acuerdo al poder adquisitivo, ya que no eran sus precios muy baratos. Los materiales con que se fabricaron fueron carey, asta, talco, marfil, concha de nacar, galalith, celuloide, metales varios, etc.
En la época de Rosas aparecen peinetones con la efigie de Don Juan Manuel y las leyendas alusivas al régimen “Federación o Muerte”, “Viva la Santa Federación”, como se pueden apreciar en algunos ejemplares en la Vitrina Nro 3. En la parte inferior de la misma vitrina, se pueden observar piezas de peinetas modernas.
Fuente: Fundación de los Corrales Viejos.